Necesidad de pertenencia. Los seres humanos, por naturaleza tenemos una necesidad de pertenencia. Que no es más que el deseo de ser parte de algo más grande que nosotros mismos. Muchas veces, organizaciones de diversos tipos utilizan dicha necesidad para atraer adeptos. También, es el mismo método que utilizan las sectas para atraer fanáticos.
¿De dónde viene nuestra necesidad de pertenencia?
Cuando somos niños sentimos ese apego y suplimos esa necesidad de pertenencia por medio de nuestra familia. Regularmente aquellas personas que han sufrido algún tipo de situación fuera de lo común en sus familias serán adultos consumistas y fuertemente apegados a objetos. Lo justifican poniendo siempre en alto su valor económico, pero no es más que esa necesidad de suplir la carencia.
Conforme vamos creciendo desarrollamos apegos a diferentes tipos de relaciones. Y cuando estas, por la razón que sea se rompen. Cuando tenemos la pérdida de un ser querido. Buscamos llenar esos vacíos por medio de cosas. Al principio, parece un acto inofensivo, pero cuando no lo controlamos, puede llegar a convertirse en un hábito. El cual, solo nos llevará a la acumulación de objetos, de relaciones, de pensamientos, que son innecesarios en nuestra vida.
Otras veces, cuando nuestras relaciones sociales no son lo suficientemente satisfactorias, buscamos llenar esas carencias por medio del trabajo. Nos enfocamos en ser los mejores en aquello que hacemos. Queremos impresionar a los demás por medio del nuestro poder adquisitivo, comprando esto y aquello, únicamente por ser el objeto de moda. Por demostrar que, en nuestra vida perfecta somos capaces de poseer todo aquello que deseamos. También, cuando pasamos de un periodo sin ingresos fijos a una vida económicamente estable, nos da por acumular cosas por si… algún día, casi sin darnos cuenta.
Decir adiós a nuestras cosas.
Sin importar cual sea la razón por la cual hemos elegido apegarnos a las cosas materiales. El proceso para desprenderse de ellas puede ser largo, doloroso. Pero sin duda, nos llevará a vivir una experiencia de gran aprendizaje acerca de nosotros mismos. Así como, de las razones por las cuales hemos decidido conservar ciertas cosas que, en realidad ya no están aportandonos nada.
En ocasiones, puede ser el miedo de necesitarlas más adelante y la desconfianza de no poder volver a adquirirlas. Producto de malas situaciones económicas vividas con anterioridad. En otras, es la necesidad de amar aquellas cosas que no pueden irse, por lo tanto, no pueden hacernos daño. Muchas otras, es el deseo de conservar parte de aquellas personas o momentos en los que alguna vez hemos sido felices.
¿Cómo podríamos entonces comenzar a liberarnos de esta necesidad de pertenencia?
Cada uno debemos de trabajar en ser honestos con nosotros mismos. Descubriendo así, el porqué de cada objeto en nuestro hogar. Sin duda, nos sorprenderemos al darnos cuenta de que acumulamos cosas por más de una razón.
Tenemos el objeto que guardamos por si más adelante ya no tenemos dinero. Entonces, tendremos que trabajar en nuestra seguridad, hacernos conscientes de que somos seres capaces de crear nuestra propia abundancia por medio del esfuerzo constante. Debemos pensar también, que al pasar el tiempo, ese objeto perderá su valor económico. Es más fácil obtener alguna ganancia si tenemos la posibilidad de venderlo en este momento.
Descubriremos que seguimos teniendo aquellas cosas que conservamos como recuerdos, muchos de los cuales serán difíciles de dejarlos ir. Así como, muchos otros ya no son cosas que nos hacen felices. Podemos tomar una foto de aquellos recuerdos que hemos decidido soltar. Y donar este tipo de cosas, con la certeza de que darán felicidad a alguien más.
Lo más complicado será cuando nos encontremos frente a aquellas cosas a las que hemos decidido apegarnos solo porque son incapaces de hacernos daño. En ese momento, debemos de ser lo suficientemente autocríticos para encontrar la razón de esos temores y sanar esas heridas que solo nos impiden avanzar. Debemos de ser honestos con nosotros mismos para entender, que si bien, dichos objetos no pueden lastimarnos. Tampoco son capaces de darnos amor, en cambio, están ocupando un lugar en nuestras vidas que solo nos aporta estrés, ansiedad. Así que, debemos de trabajar en nuestro amor propio, saber que no todo a nuestro alrededor va a causarnos daño. Ser valientes y entender que el dolor es parte de vivir, pero sobre todo, es parte de aprender.
Cuando no sepas lo que quieres, comienza por lo que no quieres.